leer a baudrillard a la mañana en un colectivo puede generar un efecto masivo e irreductible de náusea, eso ocurre cuando se está aburrrid@ y se compra una rollingstone con dos rockstars vernáculas cincuentonas en la portada devenidas padre-de-flia-adicto-en-recuperación-demandante-de-mayor-seguridad-así-no-se-puede-seguir y un libro de un pretendido filósofo que-hasta-dió-cátedra-en-nanterre y acomete análisis políticos con fraseología psicoanalítica, que ya cualquier desconfiado lego afecto a un cierto grado de reflexión dudaría en aplicar para evaluar la calidad intelectual no ya de un grupo social, sino incluso la de un sujeto. todo es mi culpa, lo sé, y es que no puedo resistir el impulso consumista ante un buen título, y "la izquierda divina" me invocó un no sé qué de imagen de bella troska subida a unos tacones, pero el libro no tiene nada de la una ni de los otros, sólo intentos torpes y desesperados de mostrar que marx está caduco. compulsiones consumistas de lunes a la mañana para bloquear otras compulsiones como por ejemplo la de querer apretar un cierto culo masculino esquivo y reticente que siempre se aparece de vez en cuando últimamente, afortunadamente, y para dar problemas-
gfv 
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